La mente y el cuerpo están íntimamente relacionados y se comunican entre sí. Factores psicológicos — como el estrés y las emociones—, influyen en esta relación cerebro-sistema inmunitario. A este respecto, si tiene lugar una liberación crónica de hormonas del estrés, esto puede generar una suerte de «desgaste» fisiológico, el cual afecta la función normal del sistema inmunitario y puede incluso llegar a suprimirla. Las emociones negativas también pueden llegar a suprimir la función inmunitaria.

Cuando practicamos la Meditación Trascendental, se produce una baja importante en el ritmo metabólico y, en ese estado de alerta en profundísimo descanso, la eliminación de estrés — aún del que está depositado profundamente en el sistema nervioso— tiene lugar. Se produce entonces la purificación del sistema nervioso, su protección y fortalecimiento ante futuros factores estresantes crónicos: la MT mejora la función inmunitaria. Estudios han revelado que, en muestras de sangre de practicantes avanzados de la MT, se encontraron un número mayor de linfocitos B y de las células asesinas naturales (NK), que en las muestras del grupo de control.

Las NK son glóbulos blancos que atacan y matan a las células estresadas o anormales. De este modo, se hace posible la prevención de tumores y una defensa temprana contra las infecciones virales. Por su parte, los linfocitos B son responsables de la producción de los anticuerpos que atacan a los virus, toxinas y bacterias, además de regular la homeostasis mediante la sanación de heridas y la activación de las células T, las cuales ayudan a proteger el cuerpo de las infecciones y a combatir el cáncer. (Thibodeaux & Rossano, 2018).